¿Quién exige responsabilidades a los profesionales de la salud que ejercen como antivacunas reincidentes de forma consciente y activa?
Dr. Federico Martinón-Torres | Pediatría
Hospital Clínico Universitario de Santiago, Santiago de Compostela
Cada vez que hay un avance en la ciencia, siempre hay gente que, usando su profesión o su "supuesta formación", muchas veces de forma interesada y sin escrúpulos a la hora de medir las consecuencias, descalifica la evidencia científica y los expertos que la generan, y de paso, atemorizan a la población.
Es humano errar, pero también rectificar, y ahí nos encontramos con los "ignorantes voluntarios", que aunque la ciencia y el tiempo demuestren su error, no solo no rectifican, sino que en una actitud de "huida hacia delante", se permiten reafirmarse en sus conspiraciones o generar nuevas “pseudoteorías” o aseveraciones de pura “escepticemia” y sin base racional alguna.
Es curioso observar que los mismos "expertos" que criticaban ferozmente las vacunas contra el virus papiloma humano (VPH) frente al cáncer de cuello de útero, que incluso recogían firmas y solicitaban una moratoria para su uso en España arrogándose como expertos y valedores de la salud de los españoles, son en muchos casos los mismos que cuestionaron después las vacunas COVID, o ahora las del virus respiratorio sincitial…, y luego las que vengan. Pero la inmoralidad está en que al margen de que no tengan el gesto de rectificar o reconocer su error, el daño que realizan conscientemente tiene víctimas y nadie exige su responsabilidad. Por ejemplo, cada mujer que hoy en España tiene un cáncer de cuello de útero y que no recibió en su día la vacuna por el miedo y las dudas que estos "conspiranoicos" expandieron a través de medios de comunicación y redes sociales, es en realidad una víctima directa.
¿De verdad no son conscientes del daño que hacen? ¿Nadie vela por los derechos de las víctimas que sufren las consecuencias? ¿Nadie exige responsabilidades a las personas que usando "su bata de médico" o "su toga de profesor" aterrorizaron en su día a estas niñas, hoy mujeres, y que por dejar de vacunarse sufren las consecuencias ahora de esta enfermedad? ¿Nadie se da cuenta de que esos mismos a los que el rigor científico avergonzó con datos irrefutables, lejos de rectificar, disculparse o aceptar su responsabilidad, son los mismos que también dijeron después que las vacunas de COVID no servían o que incluso eran nocivas, o que ahora afirman que prevenir el virus respiratorio sincitial es innecesario, frívolo o incluso contraproducente?
Todo el mundo es libre de opinar pero si un profesional sanitario ejerciendo su rol hace daño puede ser desde un negligente, en caso de error y sin intencionalidad, a un homicida si lo hace consciente y voluntariamente. Y ahí el estado de derecho debería protegernos. No podemos exigir prudencia, pero si responsabilidad.